Olas bravas

Era un cálido día de verano en Enero, las olas se azotaban contra la arena, nos bañábamos y nadábamos, todo parecía normal. Fernanda una de las niñas con quien me bañaba, prima de una de mis amigas; es tres años menor que yo, pero diez centímetros más alta, le encanta llevar el pelo hasta los hombros y desordenado. En ese entonces no nos conocíamos muy a fondo pero aún así compartíamos ese día por capricho del destino.

Fernanda comenzó a adentrarse en el mar y yo sin poner atención a lo que sucedía me alejé de ella, cuando escuché un grito ensordecedor. -¡Auxilio!- Sin entender al comienzo lo que sucedía me volví a ella con una cara enigmática. Ella, al notar mi incertidumbre, volvió a gritar: -¡Auxilio, de verdad, auxilio!-  En ese momento sin pensar sensatamente, recordando las múltiples películas que habría visto, decidí ser la heroína. Me adentré en el mar para intentar salvarla, sin embargo en vez de salvarla la corriente me atrapó al igual que a ella y cada vez estábamos más al fondo del ancho mar, y la orilla se veía ya a mucha distancia de allí. Fernanda no se rendía y seguía gritando, yo a pesar de mi desesperación, decidí apelar a la madurez que debía tener siendo la mayor, aún así el miedo crecía dentro de mí.

¡Gracias a Dios!... como un milagro, llegaron dos surfistas quienes nos llevaron a la orilla y a pesar de los moretones y rasguños, llegamos sanas y salvas a la playa.

Aunque fue algo aterrador, esta vivencia me mostró dos cosas. Primero, no precipitarme sino pensar sabia y sensatamente antes de actuar. Y que luego de pasar una experiencia tan fuerte con alguien , se puede formar una fuerte y linda amistad. Y cada vez que nos preguntan por qué somos amigas, ella contesta - Me di cuenta que debía ser mi amiga después de casi haber dado su vida por salvarme -

FIN